La seguridad psicológica laboral es tan importante como la salud física. Promoverla es tarea de todos los trabajadores, pero en especial de los líderes. Invertir en estrategias para mejorar la seguridad psicológica laboral ayuda a que los trabajadores se sientan más cómodos y creativos en su espacio laboral. A su vez, los dispone a tomar riesgos, así como a ser ellos mismos sin miedo a ser juzgados o violentados.  


Unos empleados flexibles, saludables y felices son una de las claves más importantes para el funcionamiento de un negocio. Por esta razón, te traemos tres estrategias clave para mejorar la seguridad psicológica laboral de tu empresa.

 

La terapia de aceptación y compromiso

Estudios recientes confirman que las bajas por seguridad psicológica laboral aumentaron un 6 % de prevalencia y un 12 % en duración en 2021. Estos números solo parecen aumentar.

 

En este contexto convulso surgen distintas estrategias y métodos para apoyar la seguridad psicológica laboral como, por ejemplo, la terapia de aceptación y compromiso. La última de las llamadas terapias contextuales entiende que la situación de malestar de un empleado es fruto de unas condiciones actuales concretas a las que se suma su historia personal.

 

Este tipo de terapias no pretende que los empleados “sean felices siempre”, sino darles estrategias que los ayuden a desarrollar una mayor flexibilidad psicológica. No se busca que los trabajadores se sientan constantemente bien o no cometan errores, sino que sean capaces de adaptarse, relativizar y gestionar la frustración y los momentos de crisis.

 

Tres estrategias para mejorar la seguridad psicológica laboral

Basándonos en la terapia de aceptación y compromiso, te damos tres estrategias clave para promover la salud mental:

 

  • Observa sin juzgar tus pensamientos, emociones y sensaciones. La clave para un ambiente psicológicamente seguro está en la consciencia, normalización y aceptación de nuestros procesos internos. 
  • Evita los extremos. Es importante relativizar conceptos como “bueno” y “malo” o “correcto” e “incorrecto”, y comprenderlos siempre en relación con unas condiciones contextuales concretas.
  • Comunícate. Una confrontación puede convertirse en un diálogo si ambas personas tienen un “propósito compartido” como, por ejemplo, mejorar el ambiente laboral.

 

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