Quien haya vivido en una comunidad de vecinos sabe que los desencuentros están a la orden del día. Los conflictos vecinales más comunes suelen estar causados por ruidos, conductas molestas, humos y otras situaciones que provocan un sinfín de desavenencias.
Lo ideal sería que estos conflictos se pudiesen resolver entre las partes pacíficamente, pero a veces esto no es posible e incluso se llega hasta el juzgado. Para evitar verse envuelto en costosos procedimientos judiciales existe la llamada mediación comunitaria. En el grado superior de Integración Social aprenderás, entre otras cosas, las técnicas necesarias para gestionar una mediación vecinal correcta.
¿Qué es la mediación comunitaria y cómo funciona?
Se trata de la búsqueda de una resolución pacífica, lo más positiva posible para las partes que voluntariamente quieren llegar a un acuerdo, con la ayuda de la figura de un mediador, que deberá ser imparcial y neutral. De esta manera, todas las partes implicadas en el conflicto se sentirán seguras y con igualdad de oportunidades a la hora de comunicarse.
Entre las ventajas de la mediación vecinal podemos destacar las siguientes:
- Se trata de un procedimiento más rápido y ágil para la resolución de conflictos vecinales, y además es menos costoso que otras alternativas.
- Las partes acuden voluntariamente a la mediación por lo que se presupone el principio de buena fe.
- El mediador consigue un proceso equilibrado en el que impera la comunicación entre los participantes, para que se sientan cómodos y seguros.
- Se basa en la flexibilidad para que el acuerdo se adapte a las necesidades de todos los implicados.
En los casos de mediación comunitaria el esquema de actuación sería el siguiente:
- Una o ambas partes solicitan asesoramiento para gestionar un conflicto.
- Se establece un plan de acción que el mediador deberá seguir.
- Cada parte expone el conflicto y propone soluciones.
- Se evalúan las soluciones propuestas con ayuda del mediador.
- Se llega a un acuerdo beneficioso para todos los implicados.
